Continuando con cosas rescatadas del incendio, una obra que
nunca mostré, ni publiqué, escrito a los 19 años, era tanto el pudor, que hasta
le saque un poema, que estaba en manuscrito en uno de mis cuadernos, así que no se perdio y como llego a mi sin ese poema, lo publico tal cual lo encontré.
COLUMIO AL CACHUREO
A través de las manos enraizadas
en una cabeza cansada,
se puede ver el universo infinito
de sensaciones terminales,
que hacen la evaluación de esa existencia
siempre fugaz a cada instante,
nunca contento de estar prisionero
del vaivén inmemorable
de los hombres capados
de nuevas ilusiones.
Se divisa generalmente
todo aquello que no has hecho y pudiste
o esto otro que hiciste y no debiste,
terminar lo que días atrás empezaste…
no hay caso, siempre termino dormido.
Se escucha del lado en penumbras desvanecidas
el tintinear de los relojes
en un estornudo incontrolable,
que nos invita a florecer la herida
que revolotea en la nebulosa
del semihombre escondido bajo esos parpados
que nos gritan abrir
el baúl del cachureo.
Como un barco a la deriva
mecido por las vueltas en la cama,
subimos y bajamos
entre lo real y la pestaña.
Recorriendo el mundo en un abrazo,
vuelo, salto tejados, casas paso,
soy perseguido he iluminado,
mil voces se escuchan
con sonidos distintos,
hablan de la verdad
que nunca habré de recordar,
más incoherencias,
mas divino y menos esclavo,
no existe límite
en el desierto inmenso
que llena mi reloj de arena,
que se vacía arrítmico
hasta levantar una luz siniestra
en la cordillera,
golpeando mis sienes a tientas,
quebrando con su constante
y pausado ritmo
lo que ayer fuera un canto,
para regresar lentamente
a levantar la roca por el cerro,
en mi mas terrible pesadilla
estar atrapado
entre dos manecillas.
EN TUS BRAZOS
De la punta de este lápiz
y de las ganas de escribir
sincero, no me encuentro.
Plagado de recuerdos
de las veces que te tuve
no soy capaz de decirte
cuanto te extraño y te quiero.
Sonámbulo en el día,
pasan lentos y tortuosos
cual carreteras antiguas
de ruedas herrumbrosas
que crujen y patinan
en un fango espeso y mal oliente
y sentado a la diestra del arriero
me encuentro yo,
cansado de una fatiga contagiosa
tan pesada y lastimera
como la fiel carreta
de la que soy prisionero.
Los ruidos molestos de los autos
en la avenida
y los vecinos gritones
en esta noche clara y fría
no hacen sino mecer mi mente
a los escondrijo de tus recuerdos,
mi cuarto asta tan solo y triste
sucio y desordenado
como un claro espejo
del desorden de mi mente y de mi alma.
Y me tapo los oídos
para decirte ¡no me grites!
la música, el pasto suave,
una multitud entera nos abraza.
Me cuesta tanto recordarte
sin amargarme de alegría,
pero no puedo consolarme
estas encubierta en cada día,
como un fantasma risueño
que despierto me conmueves
con tus extrañas apariciones
tan reales y palpitantes
que casi puedo tocarte;
hoy entré con miedo
al cuarto en que nos amamos
no sabia como estaría
la noche se hizo en un segundo
y camine por ese patio
silencioso y oscuro
salí, abrí, cerré las puertas
de aquella casa,
viniste a mi,
cálida tomaste mi mano
y nos sentamos a platicar de lo presente,
que puedo yo decirte,
amé ese lugar
todo estaba igual,
aquel espejo,
me vi y te tuve entre mis brazos
y acaricie tu cuerpo
y toque tu espalda
tus pies fríos
Pero ya no estabas,
Pablo sonreía con aquella
intemporal figura,
que conociste como un amigo
silencioso
en la claridad de aquellos ventanales abiertos,
mudo, me miro y me dijo,
ya no esta contigo
y me convidó el arriero a sentarme
a su lado.
Gritan estos desgraciados
y las puertas vuelven a cerrarse
los motores rugen y mi cuarto
sigue insomne, sucio y desordenado
mi guitarra en su en su rincón
me muestra las viejas cicatrices
con que se curtió, es otro espejo
canta, canta no hay descanso
las mismas canciones
la cuajan en pedazos.
La oscuridad se nota
en mis ojos pesados,
se nubla mi mente en tu regazo
y lentamente me duermo en tus brazos.
------- o ---------
<Es mas fácil retratar un sentimiento ajeno
en propias ilusiones,
que retratar un sentimiento propio
en realidad enajenante.>
AMANECER
Cierra los ojos y siente
despacio,
mis yemas sobre tu frente,
tibias, tibias,
su caminar silencioso y palpitante.
Cierra tus ojos y siente,
el calor y la tenue sombra
de mi rostro acercándose al tuyo
tibios, tibios,
los carnosos y húmedos labios
en su danza de fuego.
Emerge del vivo relajo
sacudiéndote la pesadez del tiempo
y esboza aquella sonrisa,
sin adjetivos,
la simple sonrisa
de los que no concilian el sueño.
EL POEMA QUE TE DEBO
Alguna vez, caminando
entre la multitud aclamante,
nos envolvió
una mirada furtiva al futuro
y como si fuera existente
aquella grandiosa imagen
aquella grandiosa imagen
olvidamos alegres tanta injusticia;
no se hicieron esperar las réplicas
de aquella peligrosa conducta
y volvimos sofocados
por la represión maldita
a un lugar desconocido y apestante,
escuche luego, era mi patria.
Fue allí donde vi por ultima vez
tus ojos ojos desbordantes de aquel presagio seguro,
fue allí por última vez
donde me convidaste de tu eterna sonrisa,
fue allí donde dejé
tu último recuerdo en mi memoria.
Julio se despedía de ti, en un lugar,
una esquina, una calle,
una carrera violenta contra el destino.
Uno y mil disparos recorrieron la patria nuestra
la pesada certeza de enfrentar al enemigo
y comprendí en aquel instante,
cuando los buitres caían para destrozarte
que nuevamente ilumino tus ojos
la imagen de aquel presente latente,
uno y mil disparos recorrieron la patria popular
y en cada uno de nosotros
entregaste tu camino alegre.
Luego aquello fue silencio,
mortal silencio,
no esperaron los cobardes
para hacer gala de su triunfo
y fue entonces, cuando inesperado
apareció tu rostro en las pantallas
un grito desgarrador recorrió mi cuerpo
mis manos se enroscaron en mi cara
mi pecho reventaba en una llaga
y las sombras de mi cuarto
me envolvieron para apaciguar mi llanto
y tu nombre repetía… Pablo.
POEMA 143
Una micro
un camino cien veces recorrido
que no lleva a ninguna parte a quien lo conduce,
y sin embargo reproduce,
una vida,
llena de paradas incongruentes,
de carreras alocadas y violentas,
desenfreno y alucinación de ver cada día diferente,
las mismas calles, los mismos actos, las mismas cuentas
los mismos finales,
una estación tras otra contempla tras su volante
encadenado a su cuello,
su vida,
sobre un camino,
una micro,
un camino cien veces recorrido
que no lleva a ninguna parte a quien lo conduce
y sin embargo reproduce
una vida,
la mirada de un pueblo,
un hombre,
esperando,
calmado ve pasar miles de micros,
esperando,
números diferentes cada uno a su casilla,
su encierro,
esta gente carcomida por la ansiedad
de las horas trascurridas
reconoce con alivio su descanzo,
horas de lentitud,
y se sienta,
con suerte se enraiza en su asiento y se aisla,
a ganado el trofeo màs grande
que de este cuarto diminuto y andante
puede esperarse,
un asiento,
lo cuida con violencia,
es suyo por el resto de su estancia,
para el no hay nadie más,
nadie que lo mire con envidia,
ninguna anciana cansada que reclame
con el peso de sus canas
el sitial que con sangre tomo por morada,
no, no hay nadie,
tras el vidrio como una pantalla gigante,
su cinerama propio,
ve pasar las mismas calles,
las mismas casas,
puede cambiar el canal a su antojo,
tapar sus oídos de música solitaria
para no escuchar a nadie que le acompaña,
desenchufa sus sentidos,
duerme y cabecea;
un cantante,
un anónimo de las letras
sube con la esperanza de ser escuchado,
aplaudido, ovacionado,
entrega sus pulmones, su mejor tono,
sus altos y bajos, exhausto termina,
y ruge el motor
que es el único signo de vida,
camina con su mano llena de esperanza y …
nada,
nadie esta presente para cooperar con su bolsillo
y su ego.
¿Qué ocurrió con esta gente gris?
acaso olvido el monedero,
tiene los bolsillos rotos,
la compasión se le esfumó,
o creyó simplemente que ayer era hoy
y que ayer era hoy
y que ayer era mano extendida
y hoy era la misma mano
o quizás olvidó sus manos
quien lo sabe,
porque nadie se baja,
nadie camina,
nadie entra a su casa
y nadie se duerme,
nadie se despierta
y nadie se levanta,
nadie espera la micro,
la misma micro,
un camino recorrido que no lleva a ninguna parte,
porque nadie lo conduce.
Una micro
un camino cien veces recorrido
que no lleva a ninguna parte a quien lo conduce,
y sin embargo reproduce,
una vida,
llena de paradas incongruentes,
de carreras alocadas y violentas,
desenfreno y alucinación de ver cada día diferente,
las mismas calles, los mismos actos, las mismas cuentas
los mismos finales,
una estación tras otra contempla tras su volante
encadenado a su cuello,
su vida,
sobre un camino,
una micro,
un camino cien veces recorrido
que no lleva a ninguna parte a quien lo conduce
y sin embargo reproduce
una vida,
la mirada de un pueblo,
un hombre,
esperando,
calmado ve pasar miles de micros,
esperando,
números diferentes cada uno a su casilla,
su encierro,
esta gente carcomida por la ansiedad
de las horas trascurridas
reconoce con alivio su descanzo,
horas de lentitud,
y se sienta,
con suerte se enraiza en su asiento y se aisla,
a ganado el trofeo màs grande
que de este cuarto diminuto y andante
puede esperarse,
un asiento,
lo cuida con violencia,
es suyo por el resto de su estancia,
para el no hay nadie más,
nadie que lo mire con envidia,
ninguna anciana cansada que reclame
con el peso de sus canas
el sitial que con sangre tomo por morada,
no, no hay nadie,
tras el vidrio como una pantalla gigante,
su cinerama propio,
ve pasar las mismas calles,
las mismas casas,
puede cambiar el canal a su antojo,
tapar sus oídos de música solitaria
para no escuchar a nadie que le acompaña,
desenchufa sus sentidos,
duerme y cabecea;
un cantante,
un anónimo de las letras
sube con la esperanza de ser escuchado,
aplaudido, ovacionado,
entrega sus pulmones, su mejor tono,
sus altos y bajos, exhausto termina,
y ruge el motor
que es el único signo de vida,
camina con su mano llena de esperanza y …
nada,
nadie esta presente para cooperar con su bolsillo
y su ego.
¿Qué ocurrió con esta gente gris?
acaso olvido el monedero,
tiene los bolsillos rotos,
la compasión se le esfumó,
o creyó simplemente que ayer era hoy
y que ayer era hoy
y que ayer era mano extendida
y hoy era la misma mano
o quizás olvidó sus manos
quien lo sabe,
porque nadie se baja,
nadie camina,
nadie entra a su casa
y nadie se duerme,
nadie se despierta
y nadie se levanta,
nadie espera la micro,
la misma micro,
un camino recorrido que no lleva a ninguna parte,
porque nadie lo conduce.
BIZARRO ALBARDAN
19 AÑOS
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