jueves, 12 de mayo de 2016

El mago itinerante Chung.

Husmeando en las "Memorias de un patiperro" de mi abuelo paterno, encontré un relato de su etapa como mago itinerante que reproduzco: 

EL MELÓN 

Me encontraba en medio de una gira de la compañía de espectáculos de magia en que como único miembro de ella había iniciado por el Norte Chico, la experiencia con mi hermana y cuñado me permitía enfrentar tanto la administración como la presentación ante un público que siempre estaba dispuesto a oficiar como ayudante, es así como me presenté en el Teatro “Los Vilos “ en donde gustó mucho una improvisación de sombras que se proyectaban en la pantalla y que bailaban al ritmo de la música. 

En Illapel presenté una función en una Escuela con el apoyo de un conjunto Orquestal que conocí en la residencia en que me aloje, allí en medio del patio con las butacas alrededor realizaba mis números mezclando magia y humor, desde este lugar me trasladé al pueblo El Melón en donde por circunstancias ligadas al acontecer nacional me quede varado. 


Este  pueblo se encontraban en un “Paro” de actividades que ya alcanzaba  a 10 días como protesta de la matanza ocurrida el año 1.944 en la Avenida Bulnes de Santiago de Chile siendo Vicepresidente Alfredo Duhalde Vázquez reemplazando al Presidente  Don Juan Antonio Ríos quien recientemente había fallecido, eso motivó que no funcionaran los ferrocarriles, ni el comercio ni las Escuelas por lo tanto había caído en “un hoyo artístico”  como se dice en jerga teatral.

Sorpresivamente dirigentes del sindicato “El Melón” me fueron a ofrecer su recinto para que yo realizara “solidariamente” mi espectáculo, esto me vino como “anillo al dedo” a lo que accedí ofreciendo una muy concurrida función que duró 2 horas las que fueron muy aplaudidas, causando mucha risa durante todo el tiempo que duró mi participación.

En esa ocasión una de las pruebas recibida con mayor asombro que provocaron entre los asistentes fue la “las pizarras telepáticas“, las que eran dos pequeños bastidores de madera con un material en el medio de un especie de vidrio negro, estas se mostraban sin ninguna escritura previa y para mayor confianza del público se pasaba las manos sobre ellas limpiándolas fuertemente para juntar las dos pizarras una contra otra amarradas por un pañuelo, todo este paquete se entregaba a cualquier persona de la concurrencia, procedía a continuación a entregar papelitos a diversas personas las que podían escribir en ellos lo que quisieran, se recogían todas las preguntas en una bolsa, para que el propio público escogiera alguno de ellos, en uno de estos casos venía la pregunta ¿qué fiera es más brava, un León o un Tigre?, con mucho aspaviento procedía a abrir las pizarras encontrándose la perfecta respuesta “La Suegra“ .

Una vez terminado el acto, el presidente del sindicato sugirió que se corriera un sombrero para recolectar lo que quisieran los asistentes en consideración a la disposición del “compañero” que había solidarizado con el movimiento, se corrieron unos sombreros entre los asistentes y la sorpresas que me llevé fue al comprobar más tarde al realizar el arqueo que la generosidad de estos trabajadores en huelga había sido mayor incluso a los espectáculos normales, podía de este modo pagar la calilla con la residencia y devolverme a Valparaíso con una buena cantidad de dinero.

El viaje sin embargo se apresuró ya que habiendo impresionado con mis trucos a la concurrencia curiosamente al hotel que ocupaba  llegaron unos tipos que me aseguraron que habían visto a un mago real, que desaprovechaba sus capacidades por lo que me ofrecían la oportunidad de descubrir el lugar en donde se encontraba una rica mina muy buscada casi como un mito sin buenos resultados hasta la fecha,  por supuesto el resultado sería compartido por todos los presentes dándome una buena porción del dinero que se obtendría, ningún argumento logró convencer que estaban muy equivocados, por lo que me puse de acuerdo con ellos para que me pasaran a buscar al día siguiente, tiempo que aproveché para poner los pies en polvorosa. 

Dadas las circunstancias que se presentaban y aprovechando, un camión que partía a Valparaíso para llevar pescado al puerto que se encontraba desabastecida por la huelga que se desarrollaba en todo el país y no teniendo otra alternativa  me tuve que subir encima de los pescados y viajar como pudiera resbalando a cada rato en cada curva del viaje en caminos serpenteantes a lo largo de quebradas que no terminaban nunca, hasta que en la noche me dejaron frente a las puertas de  un hotel del puerto de Valparaíso.

Llegando a la  habitación lo primero que se me ocurrió  fue lavarme y cual no sería  la sorpresa al ver que en el lavatorio en vez de haber agua se desprendía barro de tanto polvo acumulado durante las horas en que había estado en el camión, debí enjuagarme duro y tupido para quedar decente, y con mucho jabón y perfumes para revertir la "mala impresión" que se llevaron las personas que me vieron llegar .

Después de la increíble experiencia adquirida decidí regresar a Santiago donde mi madre me esperaba con sus  besos y caricias y todos los añuñúes que una madre puede darle a su hijo menor o "conchito".






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